Mis libros favoritos del 2016 ~ #Top15

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El año 2016 ha sido de muchísima lectura. He comenzado varios proyectos, incluyendo un dossier de poesía venezolana en Digo.palabra.txt que me ha hecho pasar mucho tiempo leyendo libros del siglo pasado, algunos sin reediciones actualmente. Sin embargo, leer novedades literarias en español es una de las cosas que más me gusta hacer, y de esas lecturas surge también esta lista. De todas mis lecturas de este año, hago aquí una selección de mis libros preferidos publicados en 2016:

1. Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla de Sara Herrera Peralta (España; La Bella Varsovia)

Este poemario lo comencé a leer estando en el tren y lo terminé de leer mientras subía las escaleras para llegar a casa. Es un libro escrito con mucha intensidad, donde la mirada estética de Sara Herrera Peralta (Jerez de la Frontera, 1980) va mucho más allá de su universo propio. Aquí, la autora no sólo nos habla de su entorno familiar, sino de la crisis y de la violencia que experimenta nuestro mundo actualmente. En el verano tuve la oportunidad de leer en orden cronológico toda su obra publicada hasta la fecha hasta llegar a este libro, que me agitó de tal manera que desde ese momento supe que sería mi libro favorito de este año. En Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla hay una mirada crítica del entorno, una perspectiva arriesgada, una denuncia y una postura madura sobre lo que se consideran injusto, sobre las luchas generacionales, sobre la necesidad de gritar cuando se debe gritar. Es un libro que muestra la belleza y el horror al mismo tiempo, un libro escrito, quizá, para encontrar ternura en el desastre y hacernos crecer con su lectura.

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Un país

Me he creado a mí misma en lo débil:
nacen voces de mis brazos.

París ha vuelto
y los turistas me miran a la cara.
La desconocida
del viento de otro país.

Nos creíamos felices.

Sálvate, me digo.

Si recuerdas cómo te enseñaron a leer,
léete todos los libros.
Si recuerdas cómo te enseñaron a rezar,
acuérdate de que tenías que arrodillarte.

No merezco la locura.

¿A cuántas personas has amado?

Todo lo que se va
se revela, todo lo que se va para siempre
nos acerca a lo nuevo.

Toda la vida somos ese movimiento
pretendiendo que nuestro sitio
sea un lugar, un país, un territorio.

El amor se arrastra en cada patria.

Después de partir:
la gravedad. 

2. Obra completa de Martha Kornblith (Venezuela; Editorial Eclepsidra)

Martha Kornblith (Perú, 1959 – Venezuela, 1997) es una de mis poetas favoritas junto con Miyó Vestrini. Sin embargo, la obra de Kornblith no se editaba desde hace muchísimo tiempo. Este libro no sólo reúne su obra completa, sino que su diseño es bastante cuidado y pensado con antelación para que cada detalle le agregara sustancia y esencia. Como dato aportado por Carmen Verde Arocha, directora de la Editorial Eclepsidra, los colores de la portada están inspirados en la vestimenta que solía utilizar la autora. Parece un dato sin importancia, pero es un detalle que le aporta sensibilidad y cercanía al libro como objeto material. Los poemas de Martha Kornblith son poco convencionales, y en ellos hay desapego por las formas poéticas de la poesía venezolana de los años 90. Martha es, sin duda, de las voces más radicales y complejas que ha tenido Venezuela. Su poesía es directa. Sus versos están escritos desde una fortaleza que claramente no busca complacer a nadie. Celebro la aparición de su obra completa, tan necesaria para nuevos estudios y lecturas.

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Me dices que te hable sobre mi vida.
Yo te propongo un poema sobre la locura.
Me propones una frase para desarrollar un poema.
Poema es momento presente, lo que me ocupa.
Me dices que me ponga en el lugar
de la que me hubiera gustado ser.
Yo te digo que una actriz de cine
famosa para vivir y ser amada por miles
que es como volar por encima de una playa
y saber que aquella gente me mira y me llama.
Eso es morir.
O suicidarse.
Vagar como un fantasma ausente
en la conciencia de miles sin cuerpo ni cara.
Para verlo tomar palco entre miles estupefactos
y llamarme.
Suelo volar como una paloma herida
en una playa interminable
y dejar rastros de sangre
ante el tin tin ausente
de tu teléfono,
llamarte es confrontarme con la realidad inexorable
de un fracaso.

(Del libro Oraciones para un Dios ausente)

3. Siguiente vitalidad de Natalia Litvinova (España; La Bella Varsovia)

Este libro es un manifiesto sobre la importancia de la identidad. Los versos de Natalia Litvinova (Bielorrusia, 1986) son filosos y precisos. Cada uno de estos poemas duele en el costado, pero es un dolor que se hace preguntas y se reconoce en los temas más profundos de la infancia. Siguiente vitalidad es un libro que le hace frente a la madurez y al movimiento, a lo que somos cuando nos reconocemos en los procesos de los otros. En estos versos hay una escritora que asume la soledad como una fase necesaria, como un proceso para aprender a mirar. Uno de sus poemas, específicamente, me hizo temblar al punto que tuve que parar de leer, detenerme allí, releerlo, anotarlo. Compartirlo. Luego, seguir.

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Carta cobarde

Por dónde pasa la valentía, cuál es su curso.
¿Cómo es el carácter del cuidado, cuáles son sus gestos?
¿Es como la música o como quién la toca?
¿Es valiente aquel que elige callar, el que lo dice todo?
Me pregunté por qué dejaste de escribirme.
Imaginé que desde tu silencio me pedías silencio.
Como a los niños, como a los perros,
como a los que se portan mal.

4. Poesía reunida de Piedad Bonnett (Colombia; Lumen)

Piedad Bonnett (Amalfi, 1951) es una de mis escritoras favoritas. Lo es desde que  –gracias a Jacqueline Goldberg– leí Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013), novela donde la autora habla sobre el suicidio de su hijo y que, con el dolor que encierra, me acercó a su escritura. Poesía reunida reúne los poemas publicados de la autora desde 1989 con el libro De círculo y ceniza hasta 2011 con el libro Explicaciones no pedidas. Es un tomo que nos permite, además, ser testigos de su propia evolución literaria. Escribe sobre temas tan amplios como la soledad, la familia, la muerte y el dolor. Su verso es atento y a través del lenguaje crea micro universos cargados de la identidad propia. Siempre me reconozco en su escritura, como si ella hablara de lo que yo quiero hablar, o como si padeciéramos juntas el mismo tipo de ausencia que desgarra.

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Trazo

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
Juan Ramón Jiménez

Inútilmente inventa la palabra tu rostro
trizado por el relámpago del tiempo,
y en el papel se detiene tu gesto en pleno vuelo,
cae como una pluma en la memoria.
Si tuviera una fotografía tuya
sería familiar como mi vieja máquina
y estaría suspendida en mi hora y en tu risa
con la apacible mansedumbre de los objetos
dormidos.
Pero sólo tengo tu nombre
y una lluvia menuda sobre la frente y el pecho.
Ya no sé si tus ojos eran oscuros
o dorados como el corazón de los tigres o como
la arena,
pero no me entristecen las trampas de la memoria
porque aún sé de mis naufragios en tu agua
serena y dulce.
Y si tu piel era blanca como la nostalgia de los
ahogados, ya no recuerdo.
Pero hay mañanas en que bajo mis labios
siento correr tu cuello como un río,
tu brazo que abre el círculo del día.
Desiste entonces mi mano de la inútil tarea
porque la realidad ya no te necesita,
porque te has hecho eterno en la imperfecta
materia de los sueños.

4. Bicorne de Cristina Gálvez (Venezuela; Casa de Bello)

Considero que Cristina Gálvez (Caracas, 1987) es una de las mejores poetas jóvenes venezolanas de la actualidad. El año pasado, su libro Psicopompa también fue de mis favoritos. Estuve con Cristina en un taller de poesía dictado por Rafael Castillo Zapata y desde el taller tuve la oportunidad de conocer su forma de trabajar. La admiro desde que la leí y por eso me he acercado a sus libros con sumo cuidado. En su poesía hay una inmensa preocupación por lo externo. Bicorne trabaja, al igual que Psicopompa, el tema de la muerte. Sin embargo, los poemas de Bicorne son más contenidos, menos explosivos que los de Psicopompa. Este libro, que obtuvo una mención honorífica en el Concurso Nacional de Poesía, es un libro que habla de los gatos, de la naturaleza, de la fragilidad de la muerte y su reconocimiento en nosotros mismos.

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Foto cortesía de Oswaldo Flores

Árbol mío

Qué voy a hacer contigo, tristeza mía
tronco de raíces sujetas firmemente

árbol mío que has crecido
como el que invade una casa abandonada
abraza sus columnas,
se cuela por los techos.

La muerte de mi padre
fue más real que la vida
y ya sabemos qué pasó
con aquél que no nombro.

Hoy la niebla de mis pensamientos es densa
voy como una nube por todos lados.

Qué te puedo decir
alguien se llevó algo muy lejos.
No puedo cortarte
pues eres savia de mi savia
triste, vegetal y verde.
Pero cuando llueve
te llenas de gotas

y sé que traes una paz profunda.

Tampoco olvidarme
si te has hecho de puro olvido
como el árbol de la esperanza.
Dime, qué hago conmigo
dónde ato el bote de mis soledades
con quién hablo este idioma de gatos.

Sigue bebiendo
Adelante entonces      crece
al menos tú no te mueras.

6. Deudas contraídas de Ana Rossetti (España; La Bella Varsovia)

Este libro es una denuncia sobre lo que incomoda. Es un poemario que desde el riesgo nos hace cuestionarnos, busca ponernos contra la pared para revisar nuestra propia conciencia. No había tenido la oportunidad de leer a Ana Rossetti (San Fernando, Cádiz, 1950), pero agradezco haber descubierto su trabajo gracias a este libro. Considero que hay dos pasos para degustarlo por completo. El primero es admirar, durante varios minutos, su portada —que cuenta con una foto de la talentosa fotógrafa Mai Oltra— y donde hay, además, una gran simbiosis con respecto a la foto, los colores y el título del libro. El segundo paso luego de mirar, es adentrarse en su poesía. Entender el grito, la desesperación de la pluma que se nutre de lo que se observa, de las grietas del mundo. Este poemario no es una indignación callada. Aquí Ana Rossetti se rebela por completo ante lo que aturde, ante el pecho abierto de un mundo cada día más turbulento y feroz. 

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(Des) Orden del día

Edificios estallando entre fogonazos y humo; cuerpos estigmatizados; rostros delincuentes; mujeres apuñaladas; jóvenes golpeados hasta morir a la salida de las discotecas; catástrofes, colisiones, naufragios se suceden en una superposición enfurecida.

¿Es que es posible elegir lo que se ve?

Briznas de conciencia se me adentran olfateando; alzan las antenas, extienden los sensores: me escrutan. Prueban a detectar qué siento, qué pienso. Prueban a registrar síntomas de respuesta a esta intrusión. 

Algo se ha movido sutilmente. Algo parpadea imperceptible. Un virus se ha introducido en el sistema. Lo detectan. Lo capturan con voracidad de cetrero. 

Prueban a identificarlo.

El mandato que lo activa: ¿es el de la compasión, de la rabia o del remordimiento?

Pero solamente es una minúscula partícula que molesta. Que casi duele. 

7. El dedo de Luna Miguel (España; Capitán Swing)

Este libro, que mezcla varios géneros como el periodismo, el ensayo, la poesía y la entrevista, es un retrato íntimo sobre la masturbación femenina, explicada no sólo por la autora, sino también por un compendio de voces que van desde Anne Sexton y su poesía, hasta la sexóloga Betty Dodson y sus teorías sobre el placer. De El dedo me gustó la convivencia entre distintos tipos de géneros. No hay una sola postura, ni tampoco se presenta únicamente la postura de su autora, Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990). Aquí hay varias voces que nos explican desde sus universos lo que representa para ellas la masturbación, el sexo y el placer. Fue (y quizá sigue siendo) un libro censurado en redes sociales: la autora fue suspendida en su perfil de Facebook durante varios días tras haber publicado la portada del libro.

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La literatura está llena de manos húmedas. Una humedad que va más allá de lo sexual, y con la que las poetas masajean ese dolor que invade otros de sus órganos, como pueden ser el cerebro y el corazón. Dedo a dedo, imagen a imagen, metáfora a metáfora, hasta encontrar el equilibrio. La sacudida. La pequeña felicidad.

8. Apuntes sobre el suicidio de Simon Critchley (España; Alpha Decay)

Presentado a través de la forma de un ensayo filosófico, Simon Critchley explica los distintos matices del tema del suicidio e incluye posturas de diversos autores, todas ellas objeto de su propia investigación. Habla, por ejemplo, de los matices históricos sobre el tema y de cómo las notas de suicidio pueden estudiarse como un verdadero género literario. Considero que este no es otro de esos libros que intenta explicar que el tema del suicidio debe aceptarse, que es una forma de muerte tan memorable como las otras. Es, por otro lado, un libro que busca desmitificar la versión romántica que nos han querido imponer de esta forma de muerte, pero que además deja que el lector llegue a su propia conclusión.

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Aunque la sociedad o el Estado hayan ocupado el lugar de Dios, aunque el suicidio haya sido despenalizado, como viene ocurriendo en el mundo occidental durante el último medio siglo, sigue siendo visto como una especie de fracaso que provoca reacciones de azoramiento. Pensamos que el suicidio es triste o está mal, a menudo sin saber muy bien por qué. Y no sabemos qué decir, aparte de unas cuantas perogrulladas vacías (p. 15).

9. Los nombres de Fedosy Santaella (España; Pre-textos)

Sí, este es un libro sobre los nombres. Es un libro donde el autor habla de su historia familiar y cuenta historias ligadas al proceso de la lectura. Publicado en España por la editorial Pre-textos, este libro obtuvo el prestigioso Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro. Es una novela con destellos autobiográficos que utiliza estilos como la prosa, el testimonio y el relato. También se habla del acto de leer, de lo sagrado que es escoger una lectura y como eso también se hace parte de lo que somos, de nuestro nombre, de nuestra más preciosa identidad.

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¿Te das cuenta de lo complejos que podemos llegar a ser? La crueldad y la belleza, todo gira en nosotros, todo se mueve en nuestros nombres desde siempre. Tener un nombre es tener un acto de fe, tener un nombre es heredar oscuridades y luces. Fedosy es cosaco, escita, iranio, persa, sangriento y poético (p. 90).

(…)

Con todo, habrá quien, buscando por encima en su nombre, se descubra grande, sabio, y se crezca y se crea más de lo que realmente es. Sobra gente inútil con apellido y nombre. Gente que sólo vive del pasado de su apellido. Sigo yo por mi camino repleto de desvíos. Los nombres, si los vemos bien, son rutas torcidas (p. 91).

10. Las noches de mis años de Jesús Montoya (Venezuela; Monte Ávila Editores)

La poesía de Jesús Montoya (Mérida, 1993) es un canto visceral. En sus poemas hay vida y melodía, una voz que se asume perdida para encontrar libertad a través de las palabras. Este libro obtuvo el Premio para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores en el año 2014 y el autor es una de las voces más talentosas de la poesía joven venezolana. Hasta hace poco se conseguía para su descarga gratuita, pero la página de la editorial está en labores de mantenimiento y es posible que pueda conseguirse de nuevo más adelante. Mientras tanto, les dejo el enlace de una reseña que escribí este año sobre este libro de Jesús.

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Yo escribí para darle consuelo a este infierno, para que ustedes, como yo, también se quemaran. Escribí mi vida con los ojos cerrados. Escribí violentamente para obedecer a una vana ilusión que rescataría mi alma, trazando los gestos y la plenitud de esta historia, su imposibilidad, su moribundo color. Arden estos ojos, arden las veces que me persigné al salir de casa pensando en la sonrisa de mamá. Arden dentro de mí infinitos cuerpos, infinitos cantos patéticos que compuse sin salvarme. Escribí mi vida y encontré una fisura mucho más clara, mucho más honda. No existe el gozo, el triunfo o el sufrimiento anticipado, solo estas palabras. No existe la desgracia, ni la mirada de mi padre en la cárcel, solo estas palabras. No existen los amigos, ni el inútil sacrificio del tiempo, solo estas palabras. No existe en esta noche, les juro, algún consuelo, algún abrazo, sólo estas palabras.

11. Antología del I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (Venezuela; Team Poetero)

Esta antología se publicó con ocasión al I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas convocado por Autores Venezolanos y Team Poetero, organizaciones que se encargan de difundir poesía en Venezuela. Hay dos cosas que celebro de esta publicación: que se haya organizado un premio con el nombre del poeta Rafael Cadenas y que haya reunido a tantas voces importantes, voces escogidas mediante un jurado. Ya conocía a muchos de los poetas aquí reunidos, como Willy McKey (quien ganó el Primer lugar), Diana Moncada, Yorgenis Ramírez, Néstor Mendoza, Ramón Colmenarez, entre otros. También fue una gran oportunidad para conocer poetas nuevos como Manuel Gerardi, José Soledad y Nazareth Romero. Las buenas iniciativas deben celebrarse, y esta sin duda es una de ellas. [Por cierto, la convocatoria para la segunda edición del Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas ya está abierta. Aquí se pueden consultar las bases].

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Carroña

He tratado de comprender
el vuelo del zamuro
debe haber algo más
sobre la circunferencia
que a ésta hora me corona

aquí abajo vivo su círculo
hago de cada día
el mismo día de hoy
y de cada calle
mi propia prolongación

he tratado de comprender
el aterrizaje del zamuro
viéndome caído
una y otra vez
en mí

pero él no comprende
que esa bolsa negra
desde la cual me ve
esa bolsa negra
es solo mía.

—Jorge Luis Paredes

13. Bonzo de Maximiliano Andrade (Chile; Cástor y Pólux)

Sigo la poesía de Maximiliano Andrade (Santiago de Chile, 1990) desde que publicó en 2014 su primer libro, Sangre de Pájaro I, [viaje al centro de las cosas] (89plus, Zurich). Su poesía me atrapó por completo, así que me emocionaba saber que este año se publicaría su más reciente trabajo, Bonzo, que además es el primer libro publicado por la editorial Cástor y Pólux. Este es un poemario que trata sobre el fuego, sobre lo que se quema, sobre la desintegración del cuerpo y la importancia del lenguaje. También hay ruido y música, golpes que desatan gritos en cada poema. Es, sin duda, un libro de un ritmo admirable y que continúa con el gran trabajo estético que el autor logró en su primer libro. 

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Imagen obtenida aquí

Un viaje hasta el más terrible frío que calcina los huesos subterráneos

El eco de mis gritos resuena en las llamas y cavidades de una masa derretida Mi torpe crujir rebota en las paredes de ceniza hirviendo un rojo mineral

Los huesos tienen el sonido de la luz que cae del aire por la ventana

Un viaje implica morir en cada segundo ser la luz que quema los ojos
mirar de frente al sol
y caer

Un viaje implica soledad
partir los huesos con las manos quemar todo rastro de abandono

14. Night Sky With Exit Wounds de Ocean Vuong (USA; Copper Canyon Press)

Este año no leí mucha literatura en inglés, pero de los pocos libros que leí en ese idioma, este fue el que más me gustó. Ocean Vuong (Vietnam, 1988) es quizá uno de los autores jóvenes más importantes del momento. Su poesía evoca lo familiar, la falta de la figura paterna y la historia de su familia proveniente de Vietnam. Si los libros son una forma de prestarle tributo a nuestra propia historia, este es uno de ellos. 

Dejo por aquí un artículo donde pueden leer más sobre su poesía: De cómo un poeta llamado Ocean pretende arreglar la lengua inglesa (Círculo de Poesía).

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Este libro sólo se consigue en inglés por los momentos, pero es posible que pronto se traduzca al español. Mientras tanto, aquí comparto un poema del libro traducido por Elisa Díaz Castelo:

Algún día amaré a Ocean Vuong

A partir de Frank O’Hara y Roger Reeves

Ocean, no tengas miedo.
El final del camino está tan adelante
que ya lo dejamos atrás.
No te preocupes. Tu padre sólo es tu padre
hasta que alguno de los dos lo olvide. Así como tu columna
no recordará sus alas
sin importar cuántas veces
se doblen tus rodillas. Ocean,
¿me escuchas? La parte más hermosa
de tu cuerpo es donde sea
que caiga la sombra de tu madre.
Aquí está la casa con la niñez
reducida a una cerca de alambre rojo.
No te preocupes. Sólo llámala horizonte
y nunca la alcanzarás.

Aquí está hoy. Salta. Te prometo que no es
un bote salvavidas. Aquí esta el hombre
con brazos lo suficientemente amplios para abarcar
tu partida. Y aquí el momento, justo
después de apagar las luces, en el que aún puedes ver
la antorcha débil entre sus piernas.
Cómo la usas una y otra vez
para encontrar tus propias manos.
Pediste una segunda oportunidad
y te han dado una boca donde vaciarte.
No tengas miedo, los disparos
son sólo el sonido de la gente
tratando de vivir un poco más. Ocean. Ocean,
levántate. La parte más hermosa de tu cuerpo
es a dónde se dirige. Y recuerda,
incluso la soledad es tiempo
que pasas con el mundo. Aquí está
el cuarto con todos adentro.
Tus amigos muertos atravesando
tu cuerpo como el aire
las campanas de viento. Aquí un escritorio
con una pata coja y un ladrillo
que la sostiene. Sí, aquí hay un cuarto
tan cálido y sanguíneo
que, te juro, al despertar
vas a creer que estas paredes
son de piel.

12. 26 humillados de Jacobo Villalobos (Venezuela; Monte Ávila Editores)

El título lo adelanta: se trata de 26 relatos donde la humillación es clave. Este libro obtuvo el Premio para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores en el año 2015 y una de las cosas que más me gustó es la condensación e intensidad de los textos. Todo lo que está escrito tiene un lugar, nada falta ni sobra. Jacobo Villalobos (Caracas, 1995) nos muestra personajes y situaciones que probablemente podamos identificar con nuestra propia cotidianidad. El libro está disponible para su descarga gratuita aquí.

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El ahorro (o Palabras ante la urna de un hombre que amaba el dinero)

Es una grata sorpresa ver que tantos viniesen a despedirlo, somos seis que lo recordaremos con agrado.Yo podría hablar de sus éxitos. O de su vida amorosa y contar todo sobre sus matrimonios.También sobre el legado que deja en sus hijos, ninguno aquí presente.Pero no hablaré de sus propiedades, porque eso es algo privado. Sí diré, y eso es todo, que él fue trabajador. Y que se quedó solo en el camino.Pero nomás.No diré otra cosa porque si él estuviese vivo no le gustaría que gastara palabras. Así que termino diciendo que él decidió ser enterrado, creo yo, para poder, en muchos años, convertirse en petróleo. Decisión que se atrevió a tomar después de saber que sus cenizas, sin importar qué, nunca, jamás, serían diamantes.

15. Piedra en :U: de María Auxiliadora Álvarez (España; Editorial Candaya)

Muchos saben que María Auxiliadora Álvarez (Caracas, 1956) es una de mis poetas venezolanas favoritas. Este libro fue publicado por la Editorial Candaya a principios de año y hace unas semanas volví a leerlo. Aquí estamos en presencia ante uno de esos libros que se rebela contra el silencio. La poesía de María Auxiliadora, siempre límite, siempre justa, no es una poesía fácil de pasar por alto. Con una exquisita brevedad, sus versos se clavan como agujas y suenan para recordarte que el silencio también es una forma de duelo. Piedra de :U: es de sus obras más herméticas: versos compuestos por una sala palabra, poemas de tres líneas, exquisita brevedad. Pareciera que aquí la autora también nos habla desde esos espacios que no llena, desde los versos que no coloca. En su obra, todo lo que está presente tiene sentido, todo tiene un lugar. Aquí, por el contrario, es la brevedad lo que hace que sus poemas tiemblen.

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la lengua
se multiplica
contra el peso
que la sostiene

tensando
la herida
de renacer

latigando
comisuras
resecas

y aquietándose
bajo su cielo
de paladar

como si
hubiera
hora
para
el silencio. 

*

¿Poesía y polarización?

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Imagen obtenida aquí

Ayer tuve un encuentro en la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. El recital se llevó a cabo con los ganadores del Premio para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores (2014). En la mesa no sólo nos encontrábamos los ganadores del premio, sino también dos de los jurados: Andrés Mejía (quién se desempeña como editor en dicha casa editorial) y William Osuna, presidente de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello y quien ha sido conocido, también, por ser una de las figuras que más defiende las políticas de la era chavista. 

Los que me conocen, me han leído y me han escuchado, saben que soy opositora al régimen chavista. Fui criada teniendo que «oponerme a algo» porque el chavismo llegó al poder cuando yo tenía 9 años. También me opongo a algunas políticas opositoras que, aunque estén en desventaja al poder, han sido fatales para el país. Lo que no comparto lo digo, sin miedos.  Seguir leyendo «¿Poesía y polarización?»

La zóna tórrida, de Alejandro Castro

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La zona tórrida

debí nacer burgués
para amar a los pobres de la tierra
debí dormir arrullado por la voz
de una nodriza redonda
debí nacer en París

para encontrar poesía en todas partes
y confundir con deseo la mirada curiosa
del aprendiz de asesino
para pensar que la batalla que cada noche
retumba en mis oídos
se libra en nombre de alguna causa digna
y mirar las luces en el cerro
maravillado

que otros canten la grandeza indómita
de ser pobre y bueno
yo sé la violencia que cabe en dos días
perrea mami perrea

mi infancia huele a borracho
a morcilla sancochada en las aceras
el vecino embiste contra la mujer
a ella le gusta la gasolina
avienta desperdicios por la ventana
sube el volumen a la radio
cómo le encanta la gasolina
sube el volumen al televisor
y cada sábado es sen-sa-cional

en el barrio todos los días hay fiesta
todos los días hay muerto
todos los días alguien se orina sobre la belleza
que anda sarnosa dando lástima
perreando.

El Lejano Oeste de Alejandro Castro.
Editado por Bid & Co, 2013.