Coincidíamos en algo: Silvio Rodríguez era demasiado bueno
para la revolución
y tú eras revolucionario ¿recuerdas?
figuritas del Che recorriendo tu espalda
la bandera de Cuba bien pegada en las costillas
hasta que me conociste y entendiste:
miseria
masacres
dejaste de dibujar a Chávez en el panel del MSN
y empezaste a preguntar
cómo se vivía con miedo
¿Qué se siente cuando crees que vas a morir a cada rato? ¿Cuánto vale apagarse lentamente en un país? ¿A qué sabe la bala de otro cuando no es tuyo el tiro?
La revolución no es para inteligentes – decía
escuchamos a Silvio Rodríguez a las tres de las mañana
hora en que la música adquiere el sabor
de toda la miel del mundo
y respondía con la tecla y la pantalla:
ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores.