Virginia Woolf afirmó que lo escrito en sus diarios no contaba como escritura propiamente, sino que era producto de un enfoque fugaz lleno de divagaciones y emociones. Anaïs Nin, por otro lado, decía que escribiendo un diario descubrió cómo capturar los momentos más importantes de su vida. Más adelante, Susan Sontag afirmaría algo brillante sobre el tema: escribo diarios porque gracias a ellos soy capaz de crearme a mí misma.
El libro «Ongoingness. The End of a Diary» de Sarah Manguso publicado en 2015 por Graywolf Press trata de la lucha contra la pérdida de la memoria y los distintos matices que van adquiriendo nuestros recuerdos a medida que vamos creciendo. La autora afirma que lleva diarios desde que es pequeña, pero que fue más adelante que entendió que escribir un diario la salvaba de perderse. Lo escribía para afirmarse a sí misma que le estaba prestando atención a la vida y que nada la separaría de su baúl de memorias. Pero, ¿qué era lo que sentía que estaba perdiendo? «Quizá la mejor forma de recordar algo exactamente es escribiéndolo y olvidándolo, y luego, sólo en el último momento de tu vida, recordar que lo escribiste» (p. 38)*
El hecho de sentir que en algún momento podría olvidar todo lo que conocía le hacía llevar de forma compulsiva un registro de cada una de sus horas. 800.000 palabras escritas durante 25 años. Un archivo al que volvía de vez en cuando para mantener su memoria activa y llena de recuerdos estáticos.
Sarah Manguso. Fotografía de Barry J. Holmes
Sin embargo, la escritura de su diario se detuvo cuando quedó embarazada y desarrolló un padecimiento al cual le había temido toda su vida: amnesia. Los doctores llaman a este fenómeno «pregnancy brain». El olvido durante el embarazo, básicamente producido por el desequilibrio hormonal que el cuerpo empieza a experimentar. Sin embargo, el asunto para Sarah Manguso constituía uno de sus mayores temores y escribir un diario no la ayudaba, contradiciendo todo lo que en algún momento llegó a pensar sobre su funcionalidad. De todas formas, preocuparse mucho por el asunto no la salvaría del padecimiento, así que decidió afrontarlo de la mejor manera posible: entendiendo que, en este caso, el olvido era algo natural. «Luego me convertí en madre. Comencé a vivir mi tiempo de forma diferente. Tenía algo que ver con la mortalidad. Seguí escribiendo el diario, pero mi preocupación acerca de perder la memoria comenzó a disminuir» (p. 52).
Ser madre se convirtió en un oficio de tiempo completo y el diario comenzó a ser algo secundario, algo sin importancia. No podía preocuparse por guardar registros que alimentaran sus temores. Una criatura dependía de ella y no cubrir sus necesidades era, en ese momento, su único temor. «De la infancia recuerdo que, desde el punto de vista de un niño, una madre es una entidad fija, un monolito, no un organismo humano en constante evolución que es, de muchas formas, similar a una persona joven» (p. 69). Pensar de esta forma hizo que afrontara la idea de abandonar el diario. Ya no se preocupaba por resumir su día en un trozo de papel, no lo necesitaba. Su día estaba allí, enfrente de sus ojos, esperando respuestas activas de ella y recordándole su propia vida. En este libro no hay extractos de su diario. «Decidí que la única forma de hablar de mi diario en este libro sería, o incluyendo todo lo que había escrito —lo que implicaba utilizar unas ocho mil páginas— o no incluir nada de él» (p. 94). De esta forma, el diario permanecería como un objeto intocable, como una caja llena de recuerdos a los que ya no valía la pena volver. Ya no era necesario recordar que estaba bien olvidar. Lo que Sarah Manguso consideraba uno de sus mayores miedos, no era más que el paso natural del tiempo y la manera normal de vivir la vida. Con este libro, la autora nos recuerda que la memoria es una posesión, no tan invaluable como pensamos, no tan exacta y meticulosa, un artefacto que sustituye ideas a medida que vamos creciendo y que, de vez en cuando, está bien dejarla ir.
(Caracas, 1990). Actualmente estudia el PhD en Literaturas Hispánicas de la Universidad de Iowa. Graduada del MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Fundadora de los proyectos digitales Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas. Magíster en Digital Communications & Media Arts por DePaul University, Chicago. Autora del poemario Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). Su más reciente poemario, A través del ruido / Through the Noise, será publicado en una edición bilingüe por Scrambler Books.
Ver todas las entradas de Oriette D'Angelo