
Alejandra tenía 18 años y quería tener sexo. Tenía 23 (o 24) y ya pensaba en las mujeres. Alejandra quería estudiar ‘porque así decía que estudiaba’, se mareaba porque quería escribir una novela. Alejandra no se creía poeta. Se existía poeta. Escribía diarios repetitivos. Quería acostarse con todos los escritores que leía. Alejandra sobrepasó a la gente de su época. Alejandra se suicidó doce años después de estar decidida a hacerlo. Alejandra se quiso morir desde que nació. Alejandra está enterrada en un cementerio judío de Argentina y es un sitio peligroso.
Nadie visita a Alejandra en el cementerio, pero todo el mundo la conoce. [así, como ella quería]
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Publicado por Oriette D'Angelo
(Caracas, 1990). Actualmente estudia el PhD en Literaturas Hispánicas de la Universidad de Iowa. Graduada del MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Fundadora de los proyectos digitales Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas. Magíster en Digital Communications & Media Arts por DePaul University, Chicago. Autora del poemario Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). Su más reciente poemario, A través del ruido / Through the Noise, será publicado en una edición bilingüe por Scrambler Books.
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